El uso continuado de nuestro vehículo va derivando, con el paso del tiempo, en un desgaste de sus componentes. Las lunas están en contacto directo con el exterior, por lo que están expuestas a una gran variedad de riesgos. Estos se incrementan especialmente en el caso de aquellos conductores que cubren grandes distancias y transitan de forma habitual por carreteras y autopistas.
Algunas de las agresiones más comunes que suelen sufrir las lunas de los automóviles son:
El proceso se compone de tres fases y una vez llevado a cabo, el vehículo podrá volver a circular con total seguridad.
Cuando se produce alguno de los incidentes nombrados anteriormente, puede que podamos solucionar el problema mediante una reparación. Sin embargo, cuando los daños no cumplen las características necesarias para una reparación, debemos proceder a realizar una sustitución del parabrisas. Esto sucede cuando:
• La luna de tu vehículo ha sufrido un daño que supera una longitud de 16mm (es decir, el diámetro de una moneda de 100 CLP).
• Existen varios impactos en una única luna. La existencia de más de un impacto o daño en una única luna puede poner en riesgo la estabilidad del cristal. El máximo de impactos reparables son 3. En caso que haya más, deberemos cambiar el parabrisas.
• El daño se ha producido a una distancia inferior de 2,5 centímetros del borde del parabrisas.
• Las lunas laterales y traseras no se pueden reparar, de modo que, en su caso, siempre debemos sustituirlas.
Si a pesar de la información que te compartimos, tienes dudas sobre si tu luna necesita una sustitución o una reparación, no dudes en contactar con nosotros.







